martes, 14 de abril de 2015

LEYENDA DEL CONEJO DE PASCUA

LEYENDA DEL CONEJO DE PASCUA


El origen del conejo de Pascua se remonta a las fiestas anglosajonas pre-cristianas, cuando el conejo era el símbolo de la fertilidad y estaba asociado a la diosa Easter, a quien se le dedicaba el mes de abril y el honor de las fiestas de la primavera entre los pueblos del norte de Europa.
Con el paso del tiempo, la figura del conejo de Pascua se fue incluyendo y adaptando a la Semana Santa y, a partir del siglo XIX, se empezaron a fabricar los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania.
Una de las figuras favoritas de los pasteleros para fabricar figuras de chocolate era el conejo de Pascua, que era quien además traía los huevos de colores y de chocolate el Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección, debido a que la leyenda del conejo de Pascua se fue haciendo cada vez más famosa.

La leyenda del conejo de Pascua durante la Semana Santa

Esta curiosa leyenda cuenta que, cuando metieron a Jesús en el sepulcro que les había dado José de Arimatea, había dentro de la cueva un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.


El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.
Así pasó mucho rato viéndolo; pasó todo el día y toda una noche, cuando de repente el conejito vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!
El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar a todo el mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.
Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría, y así lo hizo.
Desde entonces, cuenta la leyenda que, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres. El juego de esconder los huevos de Pascua que ha ido dejando el conejo de Pascua en todas las casas es la diversión de los niños el Domingo de Pascua. Toda una tradición en muchos lugares que se celebra cada año. Uno de los más famosos juegos de los huevos de Pascua es el que se organiza en la Casa Blanca, en Washington, EE UU.









lunes, 13 de abril de 2015

PASCUA

PASCUA


El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo" (Normas Universales del Año Litúrgico, n 22).







Etimología Pascual


  • La tradición de los Huevos de Pascua
Todo comienza en Semana Santa y culmina con el Domingo de Pascua, que se presenta como una de las más importantes fiestas religiosas.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, una de las conmemoraciones más importantes para la cristianidad. Muchos fieles van a misa con ramos de olivo -símbolo del recibimiento de Cristo en Jerusalén- para que sean bendecidos.
En esta semana se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Con el Domingo de Ramos se evocó la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo.
A partir del jueves próximo -día que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo. Es festejada por millones de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adiquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio el siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.
En cuanto a la decoración, los huevos de pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol. Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo pasado.
  • Los orígenes del Conejo de Pascua por Eileen Yaeger
El conejo de Pascua no es un invento moderno. Tiene su origen en las celebraciones anglo-sajonas pre-cristianas. El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril.

El conejo, como símbolo de Pascua, parece tener sus orígenes en Alemania donde es mencionado por primera vez en unos textos del siglo XVI. Los primeros conejos comestibles se fabricaron en Alemania en el siglo XIX de pastelería y azúcar.
El conejo de Pascua fue introducido en EE.UU. por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. La llegada del "Oschter Haws" se consideraba uno de los grandes placeres de la infancia, equivalente a una visita de Papá Noel en Noche Buena. Los niños creían que si se portaban bien, el "Oschter Haws" pondría huevos de colores.
Los niños construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín para que pusiera sus huevos el conejito. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.
  • La Iglesia celebra el tiempo de Pascua, que va desde el Domingo de Resurrección hasta el final de Pentecostés -más o menos unos 50 días- como si fuera un solo día, el Gran Día, anticipo del tiempo que no tendrá fin. Este sentido del tiempo en la Pascua se hace especialmente evidente en el tiempo conocido como la "Octava de Pascua", los ocho primeros días del tiempo pascual, en el que las antífonas repiten durante toda la semana: "Hoy ha resucitado el Señor, cantemos un himno al Señor nuestro Dios".
  • La Paloma o "Colomba" pascual, un pan dulce y adornado con forma de ave, es también un símbolo cristiano. La forma de paloma era utilizada muy frecuentemente en los antiguos sagrarios donde se reservaba la Eucaristía. El símbolo eucarístico se convirtió luego en el pan dulce que suele compartirse, en algunos países europeos -especialmente en Italia- en el desayuno de la Pascua y de la "Pasquetta", el lunes de Pascua.
  • La palabra "pascua" proviene según la Biblia de la raíz psh (cojear. andar con muletas, saltar): Dios saltó, omitió las casas donde se celebraba la pascua en la última de las plagas de Egipto (Ex 12.13.23.27). Pero esta etimología bíblica es secundaria. De hecho, la pascua de la salida de Egipto no es la primera que celebraron los israelitas; se habla de ella sin previa presentación o explicación en Ex 12,21, como de algo ya conocido y preexistente.
    Otros han querido derivar su etimología del acádico pasâhu (calmar, apaci­guar) o de una raíz egipcia que significa "golpe".
  • El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo" (Normas Universales del Año Litúrgico, n 22).
  • En sus orígenes la Fiesta Pascual era una fiesta de nómadas pastores o seminómadas. Se celebraba fuera del santuario, sin sacerdote ni altar. Consistía en el sacrificio de un animal joven para obtener la fecundidad y prosperidad del ganado. La víctima era asada a fuego, no se le podía romper ningún hueso. Con su sangre se untaban los palos de la tienda (más tarde, las jambas de las puertas), para así alejar amenazas o desastres, verdadero rito protector de peligros. En principio, el rito del sacrificio del cordero no incluía banquete. Al incluirse éste, se comía acompañado de pan sin levadura de los beduinos y hierbas amargas, hierbas del desierto, no hortalizas. Se cenaba con el atuendo de quien está preparado para una larga marcha: báculo de pastor en mano, lomos ceñidos, sandalias en los pies[6] . La fiesta era de noche, noche de luna llena, la más luminosa. Era una fiesta anual, fiesta de primavera, tiempo en que se salía con el rebaño a la búsqueda de pastos, momento decisivo y peligroso. El carácter de esta fiesta era cíclico (el eterno retorno de las estaciones) y tenía, en su origen, aire de ritmo mágico más que histórico.
  • La Pascua judía evoca liberación, independencia. En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Celebraban la liberación de la esclavitud de su pueblo. Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
  • Cirio pascual.- La palabra “cirio” viene del latín “cereus”, de cera, el producto de la abejas. Al hablar de las “candelas”, aludíamos al uso humano y al sentido simbólico sé la luz que produce los cirios, también en la liturgia cristiana. El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo – Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adorando.